El consumo de energía de la inteligencia artificial ha suscitado numerosas preocupaciones en los últimos años. Un estudio reciente reveló que las emisiones de carbono de Google aumentaron un 48 % en cinco años, atribuido principalmente al auge de la IA. Este fenómeno pone de manifiesto uno de los principales problemas del rápido desarrollo de esta tecnología: su voraz consumo energético.
La razón detrás de este elevado consumo radica en la complejidad de los modelos de lenguaje en los que se basan las IA generativas. Estas necesitan una capacidad de cálculo enorme para entrenarse utilizando miles de millones de datos, lo que requiere servidores potentes. Cada vez que un usuario envía una consulta a ChatGPT o a cualquier otra IA generativa, los servidores situados en un centro de datos entran en funcionamiento, consumiendo electricidad, calentándose y necesitando refrigeración, la cual también requiere energía.
El aumento del consumo de energía en los centros de datos
Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), los centros de datos emplean generalmente alrededor del 40% de su electricidad para alimentar los servidores y otro 40% para enfriarlos. Varios estudios señalan que una consulta a ChatGPT requiere de media 10 veces más energía que una simple consulta al motor de búsqueda de Google.
El auge de la inteligencia artificial desde 2022 llevó a gigantes de Internet, como Amazon, Google y Microsoft, a invertir masivamente en la creación de centros de datos en todo el mundo. En su informe medioambiental, Google destaca el aumento del consumo de energía en sus centros de datos, así como el repunte de las emisiones vinculadas a la construcción de nuevos centros de datos y a la modernización de los ya existentes.
La creciente demanda energética de la IA
Antes de la fiebre de la IA, los centros de datos representaban en torno al 1% del consumo mundial de electricidad, según la AIE. Si se suman la IA y el sector de las criptomonedas, los centros de datos consumieron casi 460 Twh de electricidad en 2022, es decir, el 2% de la producción mundial total, según la institución. Esta cifra podría duplicarse en 2026 hasta alcanzar los 1000 Twh, lo que equivaldría al consumo eléctrico de Japón.
Alex de Vries, economista de la Universidad Libre de Ámsterdam, elaboró un modelo del consumo eléctrico necesario solo para la inteligencia artificial basándose en proyecciones de ventas de la empresa Nvidia, cuyos procesadores son esenciales para entrenar modelos de IA. Si las estimaciones de ventas de Nvidia para 2023 son correctas, y si todos los servidores funcionan al máximo de su capacidad, podrían consumir entre 85,4 y 134 Twh al año, lo que equivale al consumo de un país como Argentina.
Cómo gestionan los centros de datos esta mayor demanda de energía
La IA va a transformar el sector de los centros de datos, reconoce Fabrice Coquio, de la empresa Digital Realty, que gestiona un enorme centro de datos en las afueras de París, parte del cual estará consagrado a la IA. «Será exactamente como la nube (servicios informáticos remotos), quizás un poco más masiva en términos de despliegue», explicó Coquio.
Mientras que los servidores con una potencia de cálculo media pueden colocarse en salas con sistemas de aire acondicionado, aquellos mucho más potentes necesarios para la IA tienden a calentarse más y requieren bombear agua directamente a los equipos para enfriarlos, explicó Coquio. «Sin duda, esto requiere servidores, equipos de almacenamiento y comunicaciones diferentes», insistió.
El impacto de la IA en el medio ambiente
En un momento en el que los gigantes de la tecnología buscan incorporar cada vez más inteligencia artificial a sus productos, los expertos temen que haya una explosión en el consumo de electricidad. Al igual que Google, las emisiones de carbono de Microsoft, número dos mundial de la nube, aumentaron un 30% en 2023 con respecto a 2020.
Si bien Google, Amazon y Microsoft destacan su inversión en las energías renovables para alimentar sus centros de datos, sus objetivos de neutralidad carbono parecen alejarse. AWS (la nube de Amazon) se comprometió a convertirse en una empresa con cero emisiones de carbono para 2040, mientras que Google prevé lograr lo mismo en todas sus actividades para 2030. Microsoft se puso como objetivo un balance de carbono negativo también para 2030.
Es esencial que las empresas tecnológicas encuentren un equilibrio entre el crecimiento de la inteligencia artificial y la sostenibilidad. La adopción de prácticas más ecológicas y la inversión en tecnologías de energía renovable son pasos cruciales para mitigar el impacto ambiental de la IA.